El
culto que profesaron los celtas a las fuerzas naturales, unido al
particularismo que manifestaron tanto en el aspecto religioso como en
el político, dio lugar a una multiplicidad de divinidades
regionales. Hubo más de cuatrocientas, caracterizadas por la
extensión de los lugares en los que se les adoraban, aunque en
realidad, las funciones específicas que ejercieron fueron casi las
mismas (guerra, amor, muerte).
El
pueblo celta apareció en Alemania central, comenzó a invadir la
Galia en oleadas sucesivas, del siglo IX a.C. al siglo II, se
estableció en la Península Ibérica en el siglo VI y hacia el IV
invadió Italia y se apoderó de Roma. Estos celtas llamados
continentales,
se extendieron por Hungría hasta Grecia y Asia Menor, y se han
descubierto incluso sepulturas en Ucrania y Polonia.
Un
segundo grupo de celtas ocupó los países del norte de Europa y se
estableció en Irlanda y Gran Bretaña, recibiendo el nombre de
insulares.
Una
dispersión geográfica semejante hizo que estos pueblos
desaparecieran en épocas diferentes por conquista, absorción o
extinción . Esta misma separación y los antagonismos políticos o
sociales explican también la ausencia de in concepto común en
religión. Lo más probable es que cada tribu tuviera divinidades
propias, aunque algunas de ellas tuviesen y adorasen a los mismos
dioses.
Druida |
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Bibliografía:
-Enciclopedia Metódica (Larousse) [Tomo 3]